“La investigación del crimen de Ángela Beatriz Argañaraz marcó un hito. En esta causa se utilizaron por primera vez recursos como la técnica del luminol que sirvió para encontrar restos de sangre en el departamento de las acusadas”, explicó Adriana Giannoni, la fiscala que dirigió la pesquisa. “Pero nos enfrentábamos a otro desafío: por primera vez la Justicia ordinaria, sin contar los debates de lesa humanidad, se enjuiciaba a tres personas por un homicidio sin que se haya encontrado el cuerpo de la víctima. A nivel nacional tampoco había muchos antecedentes”, agregó.
Antes de conocerse el fallo, en todo el país se habían registrado apenas tres antecedentes. Fueron los casos del estudiante universitario Miguel Bru, que fue asesinado por dos policías que lo detuvieron ilegalmente en 1993 y por lo que fueron condenados a cadena perpetua en 1999. En 2004, el empresario hotelero Alcides Cuevas fue penado a 18 años de prisión por el crimen de la bióloga y turista suiza Annagreth Wurgler registrado ese mismo año. Por último, mientras se desarrollaba el juicio de la docente en 2009, el remisero Diego Estanislao Hervatín recibió una pena de prisión perpetua por haber asesinado a su pareja Stella Maris Pugliesse, en mayo de 2007.
Se debatiría uno de los casos más polémicos de los últimos años. Al tribunal, integrado por Alfredo Barrionuevo (presidente), Emilio Páez de la Torre y Pedro Roldán Vázquez le sobraba experiencia para manejar el juicio que tuvo ingredientes especiales. El fiscal de Cámara, Edmundo Botto, que se preparaba para hacer la última acusación de su carrera judicial, aceptó que Giannoni, en un hecho poco común, lo acompañara durante las audiencias. El litigante Gustavo Morales era el defensor de Nélida Fernández (actualmente Marcos por haber cambiado su identidad) y Susana Acosta. La abogada Carolina Épelbaum representó a Luis Fernández. Liliana Argañaraz, la hermana de la víctima, y Julio Navarro, ex pareja de la docente, por cuestiones legales, no pudieron asumir el rol de querellantes, pero no dejaron de tener protagonismo.
Máxima tensión
La acusación era clara y contundente. Según Giannoni, mediante engaños, convocaron a “Betty” a su departamento de Catamarca 30. Allí la mataron, presumiblemente a golpes, y, al día siguiente, ocultaron el cuerpo. Para la fiscala, las ex novicias fueron las autoras del crimen y Luis Fernández tuvo alguna participación en el hecho. Pidió que se los juzgara por homicidio agravado, ya que, según su criterio, habían actuado de manera premeditada, con ensañamiento, y con la participación de dos o más personas.
“Cuando asumí la defensa de Luis, hablamos y coincidimos en que queríamos ir al juicio cuanto antes porque no había pruebas en su contra. Pero en el medio hubo muchísimos planteos que demoraron la llegada al debate. No sólo estábamos convencidos por la falta de evidencias, sino por los jueces que conducirían el debate. Por sus antecedentes de imparcialidad, estábamos muy tranquilos. Es más, celebramos cuando nos enteramos su designación”, explicó Épelbaum en una entrevista con LA GACETA.
Morales agregó que desde un primer momento sabía que la acusación no se podría mantener en el juicio. “Todo fue irregular. Desde el momento mismo en el que se las hizo revisar y las inspecciones en sus domicilios. Hubo toda una persecución y se dejaron de lado otras hipótesis. Era el momento para desvirtuar esa hipótesis”, indicó.
La defensa de las ex novicias recibió un duro golpe en el primer audiencia del debate. Los jueces rechazaron una docena de nulidades que habían presentado con el único propósito de lograr que se cayera la acusación. Luego, durante 12 jornadas, llegarían los testimonios y las polémicas. Morales apuntó contra Navarro al hablar de su vida privada y, después, polemizó con la mayoría de los testigos. Se calmó cuando en la audiencia contaron una situación particular de la que fue protagonista.
Un perito dijo que el incidente se produjo en un domicilio del barrio San Martín cuando se realizaba la prueba de luminol. Descubrieron que Morales pisó una mancha para que no la descubrieran. Al final detectaron la maniobra y la medida se transformó en un escándalo. “Fue así y se labró un acta donde quedó por escrito la situación”, confirmó Giannoni.
Las pruebas en contra de las acusadas fueron categóricas. María Rosa Herrera y Elena Galera confirmaron que Acosta quería ser directora del Padre Roque Correa. Stella Maris Amdumi contó que el 31 de julio la acusada llegó tarde al establecimiento y que se retiró temprano porque Fernández había llamado para decirle que la hija estaba con fiebre. Ramona del Valle Herrera de Allende dijo que Nélida no se presentó ese día a trabajar, pero, con el tiempo, descubrieron que en la planilla de asistencia figuraba como si lo hubiera hecho. Luego, Miguel Ángel Luna, playero de una estación de servicios ratificó que las sospechosas cargaron GNC dos veces, algo totalmente atípico en ellas.
Después llegó el momento de los peritos. También fueron categóricos. El médico de la Policía, Héctor López, y el forense del Poder Judicial, Horacio Jiménez, hablaron sobre las lesiones que descubrieron en el cuerpo de las sospechosas el día que las revisaron. “Fernández dijo que se cayó por una escalera y Acosta aseguró que había estado realizando trabajos de jardinería”, declaró el profesional al contar qué habían dicho las acusadas sobre las lesiones que presentaron. Por último declaró Lilia Moyano, la especialista que encontró los restos de sangre en el departamento de las imputadas. Fue tan claro su testimonio que quedó totalmente desvirtuada la posibilidad de que hayan plantado la prueba.
Falsas expectativas
Con todas las evidencias en su contra, se esperaba que los acusados rompieran el silencio de más de tres años y que contaran qué habían hecho con el cuerpo de “Betty”, situación que nunca ocurrió. La tensión era tan fuerte que los familiares, especialmente Liliana Argañaraz, no pudieron contenerse y en más de una oportunidad las insultaron. “La verdad es que durante el juicio mostraron una frialdad extraordinaria. Nunca reaccionaron por las agresiones verbales. La única vez que Acosta se quebró es cuando le dijeron que era una mala maestra”, comentó Giannoni.
Los tres imputados hicieron uso de la palabra antes de que se escuchara la sentencia. “A mí nadie me tiene que explicar lo que significan las pérdidas. Nosotras perdimos tres años y medio de libertad. Nosotras hemos perdido nuestro buen nombre y honor. Todos hemos perdido demasiado aquí. Nuestro sufrimiento fue demasiado”, enfatizó Acosta.
Nélida declaró: “no hay palabras para sintetizar el horror que hemos vivido. Cómo pueden ustedes creer que estas manos puedan haber hecho algo tan aberrante... Jamás mis manos hicieron mal. Estas manos siempre fueron dadoras de vida”. “Ha quedado demostrado con el ofrecimiento de las pruebas y con las testimoniales de nuestra parte cuál es la postura adecuada. No tengo dudas de que voy a ser absuelto”, indicó Luis Fernández.
La sentencia
Antes de los alegatos se produjo una insólita situación. Giannoni, que estuvo presente en todas las audiencias, se ausentó en esta instancia decisiva. “El fiscal de Cámara me había aclarado que él alegaría, entonces, no hacía falta que estuviera presente”, reconoció la fiscala. Sin embargo, desde esa fecha hasta ahora, se cree que el “faltazo” de la investigadora obedeció a que Botto había decidido cambiar la imputación que ella había realizado. Pidió perpetua para las dos ex novicias, mientras que una pena mucho menor contra Luis Fernández, al que decidió acusarlo de encubrimiento para Acosta únicamente, ya que no podía hacerlo por su hermana Nélida. Las defensas habían solicitado la absolución de los acusados.
Los jueces tardaron tres horas en dar a conocer la sentencia que dejó perplejos a todos. No fue un fallo unánime. Por los votos de Barrionuevo y de Páez de la Torre, las acusadas fueron condenadas a 20 años de prisión al considerarlas culpables de homicidio simple. Roldán Vázquez entendió que se había tratado de un homicidio preterintencional, es decir, que las acusadas no buscaron acabar con la vida de “Betty”. También decidieron absolver a Luis Fernández porque consideraron que la Fiscalía no había logrado demostrar su participación en el hecho y que la calificación legal que había solicitado Botto no se ajustaba a derecho.
“Los jueces entendieron que no se habían probado los agravantes. Nunca compartí esa decisión. Entiendo que, al haberla citado mediante engaños a su departamento, hubo premeditación”, comentó Giannoni. Los defensores aún se muestran exultantes con la sentencia. “Desde un primer momento dijimos que Luis era inocente, pero nadie lo creyó. Insisto: un tribunal imparcial logró lo que parecía imposible”, explicó Épelbaum. Morales, siempre polémico, dijo: “a pesar de que nos quedó el sabor agridulce de que hayan sido condenadas, tuvimos tres éxitos: logramos que se cayera el rol de querellante, el del rol civil y que se cambiara la imputación”.
La polémica por la decisión de los jueces no terminó ahí. El ex ministro público fiscal Luis De Mitri le pidió a Botto que apelara el fallo ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El funcionario se negó a hacerlo y se jubiló. La tarea recayó en manos de su par Juana Prieto de Sólimo, que pidió que se revisara la condena. Lo mismo hizo Épelbaum. En octubre de 2010, el máximo tribunal dejó todo como estaba y la controversia sigue vigente.